viernes, 8 de marzo de 2013

CENTRALIZACIÓN POLÍTICO ADMINISTRATIVA.


Venezuela, joven país petrolero del norte de América del Sur y con una extensión que no alcanza el millón de Km2, sin ser federal, siempre ha sido presa de la tensión centro-provincia; variando en su contenido a la par del contexto socio-económico, político y territorial y condicionando el proceso de formación de su espacio geográfico.
El desmesurado centralismo alcanzado encuentra raíces en la más remota historia colonial: tres siglos (XVI a XVIII) durante los cuales destacaba la supremacía de Caracas, la aldea asiento de las instituciones centrales de la Corona que impedían a los grupos sociales de territorios lejanos competir en condiciones de igualdad. Así, se fueron tejiendo los primeros cimientos de la región organizada alrededor de ese asentamiento humano: región Central, región del centro norte costero o centro del país.
Luego de finalizada la devastadora Guerra de Independencia -contaminada por la tensión centro-provincia- y a lo largo de casi todo el siglo XIX, la naciente República de 1830 -una de las más pobres de América Latina- se mantiene atomizada social y territorialmente y es escenario de rivalidades y enfrentamientos bélicos de caudillos o gamonales de unas "regiones" más reconocidas por sus escasos y reducidos núcleos habitados que por sus fronteras. Ante la hegemonía de la oligarquía caraqueña, en las "regiones" periféricas se profundizaba el descontento que derivaría en la también devastadora Guerra Federal (1858-1863), originaria de aquel federalismo caudillista que enarboló las banderas de igualdad y democracia, hizo de las provincias "estados soberanos" defensores del libre comercio y dominó hasta 1870, en medio de la atomización y el caos e, irónicamente, dando continuidad a la tendencia autoritaria y centralista de los precedentes gobiernos conservadores.

Con la federación, la República pasa a exhibir el nombre de Estados Unidos de Venezuela; respetando límites y tradiciones de entidades federales que databan, al menos desde 1856, en vísperas de la misma guerra, y en particular de 1864, cuando es creado el Distrito Federal como una entidad neutral y sede de los poderes que habrían de regir a los estados independientes

Una vez sepultadas las ideas de la federación, las del centralismo, en maduración, pudieron cristalizar con los gobiernos de los tres últimos caudillos militares decimonónicos: Antonio Guzmán Blanco, precursor del proyecto de Estado Nacional, y Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, liquidadores del caudillismo, las guerras civiles y los partidos políticos de entonces, y representantes del más severo proceso de concentración de poderes conocido en el país. El Ejecutivo Nacional y su Presidente pasan a ejercer franco predominio, seleccionando caprichosamente a los presidentes de estados y disminuyendo la importancia de los municipios. Era imprescindible crear el inexistente Estado Nacional en una República sustentada más en el localismo que en la región y que si bien, en 1891, aún no lograba sobrepasar los 2,3 millones de habitantes, ya exhibía una capital con más de 72 mil residentes, más de dos veces y media mayor que Maracaibo y Valencia y a mucha distancia de las siguientes en la jerarquía urbana del país.

Con la muerte de Gómez en 1936, comienza a abrirse paso el centralismo democrático, aunque con la interrupción de una década de la última dictadura militar (1948-1958), la de Marcos Pérez Jiménez, cuyo gobierno, derrocado por los partidos políticos que liderizaron al país hasta finales del siglo (socialdemócratas, socialcristianos y comunistas)
El derrocamiento de la dictadura en 1958, marca un hito en la historia venezolana. Comienza la primera experiencia democrática de los civiles, quienes encuentran montado un andamiaje institucional y de espacio construido en la región Central o asociado a ella. Lo refuerza, obviamente, enfrentando el militarismo y el canibalismo político, y tratando de preservar y profundizar la integración de Venezuela, agrupando las fuerzas democráticas y con el Estado central como solución. Así se da inicio a la edificación de Venezuela.
La Constitución Nacional de 1961 refleja el diseño de un país centralista, de democracia de partidos, estatista y populista.

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