Venezuela, joven país petrolero del norte de América del Sur y con una
extensión que no alcanza el millón de Km2, sin ser federal, siempre ha sido
presa de la tensión centro-provincia; variando en su contenido a la par del
contexto socio-económico, político y territorial y condicionando el proceso de
formación de su espacio geográfico.
El
desmesurado centralismo alcanzado encuentra raíces en la más remota historia
colonial: tres siglos (XVI a XVIII) durante los cuales destacaba la supremacía
de Caracas, la aldea asiento de las instituciones centrales de la Corona que
impedían a los grupos sociales de territorios lejanos competir en condiciones
de igualdad. Así, se fueron tejiendo los primeros cimientos de la región
organizada alrededor de ese asentamiento humano: región Central, región del
centro norte costero o centro del país.
Luego
de finalizada la devastadora Guerra de Independencia -contaminada por la
tensión centro-provincia- y a lo largo de casi todo el siglo XIX, la naciente
República de 1830 -una de las más pobres de América Latina- se mantiene
atomizada social y territorialmente y es escenario de rivalidades y
enfrentamientos bélicos de caudillos o gamonales de unas "regiones"
más reconocidas por sus escasos y reducidos núcleos habitados que por sus
fronteras. Ante la hegemonía de la oligarquía caraqueña, en las
"regiones" periféricas se profundizaba el descontento que derivaría
en la también devastadora Guerra Federal (1858-1863), originaria de aquel
federalismo caudillista que enarboló las banderas de igualdad y democracia,
hizo de las provincias "estados soberanos" defensores del libre
comercio y dominó hasta 1870, en medio de la atomización y el caos e,
irónicamente, dando continuidad a la tendencia autoritaria y centralista de los
precedentes gobiernos conservadores.
Con la federación, la República pasa a
exhibir el nombre de Estados Unidos de Venezuela; respetando límites y
tradiciones de entidades federales que databan, al menos desde 1856, en
vísperas de la misma guerra, y en particular de 1864, cuando es creado el
Distrito Federal como una entidad neutral y sede de los poderes que habrían de
regir a los estados independientes
Una vez sepultadas las ideas de la
federación, las del centralismo, en maduración, pudieron cristalizar con los
gobiernos de los tres últimos caudillos militares decimonónicos: Antonio Guzmán
Blanco, precursor del proyecto de Estado Nacional, y Cipriano Castro y Juan
Vicente Gómez, liquidadores del caudillismo, las guerras civiles y los partidos
políticos de entonces, y representantes del más severo proceso de concentración
de poderes conocido en el país. El Ejecutivo Nacional y su Presidente pasan a
ejercer franco predominio, seleccionando caprichosamente a los presidentes de
estados y disminuyendo la importancia de los municipios. Era imprescindible
crear el inexistente Estado Nacional en una República sustentada más en el
localismo que en la región y que si bien, en 1891, aún no lograba sobrepasar
los 2,3 millones de habitantes, ya exhibía una capital con más de 72 mil residentes,
más de dos veces y media mayor que Maracaibo y Valencia y a mucha distancia de
las siguientes en la jerarquía urbana del país.
Con la muerte de Gómez en 1936, comienza a
abrirse paso el centralismo democrático, aunque con la interrupción de una
década de la última dictadura militar (1948-1958), la de Marcos Pérez Jiménez,
cuyo gobierno, derrocado por los partidos políticos que liderizaron al país
hasta finales del siglo (socialdemócratas, socialcristianos y comunistas)
El
derrocamiento de la dictadura en 1958, marca un hito en la historia venezolana.
Comienza la primera experiencia democrática de los civiles, quienes encuentran
montado un andamiaje institucional y de espacio construido en la región Central
o asociado a ella. Lo refuerza, obviamente, enfrentando el militarismo y el
canibalismo político, y tratando de preservar y profundizar la integración de
Venezuela, agrupando las fuerzas democráticas y con el Estado central como
solución. Así se da inicio a la edificación de Venezuela.
La
Constitución Nacional de 1961 refleja el diseño de un país centralista, de
democracia de partidos, estatista y populista.
hola
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ResponderEliminarwow
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